
Dr. Álvaro Pou Blázquez
Unidad de Neonatología, Servicio de Pediatría.
Hospital Universitario de Burgos.
¿Por qué mi bebé regurgita? ¿Tiene mi bebé reflujo?
A todos los pediatras nos han formulado alguna vez estas preguntas. Y es posible que el lector también se lo haya cuestionado.
El reflujo gastroesofágico es el paso, de forma involuntaria, de contenido alimentario del estómago al esófago, en sentido inverso a la dirección habitual del tránsito. Regurgitar es la acción por la cual se manifiesta la salida del contenido refluido por la boca.
El esófago es el primer “gran tubo” que compone nuestro sistema digestivo. Conecta la cavidad oral y la faringe con el estómago. En su conexión con el estómago presenta un anillo muscular, conocido como esfínter esofágico inferior, que se abre y se cierra para permitir el paso de la comida ingerida al estómago y evitar su retorno.
De forma natural puede existir cierto paso de comida del estómago al esófago tanto en lactantes como en niños y adultos. Este fenómeno se presenta con mayor frecuencia en los bebés debido a la inmadurez fisiológica que presenta el esfínter en los primeros meses de vida. Del mismo modo, el esófago de los niños más pequeños presenta una motilidad disminuida, lo que provoca que el material refluido del estómago llegue con más facilidad a la boca.
Por lo tanto, es importante conocer que este fenómeno puede darse de forma benigna en los bebés, sin que implique un riesgo para su salud o desarrollo. El reflujo puede aparecer varias veces al día, habitualmente se presenta tras las comidas (postprandial) y el contenido refluido es el alimento en proceso de digestión. Es más frecuente en lactantes entre 1 y 4 meses de vida, pudiéndolo presentar hasta casi la mitad de los niños en esta franja de edad. La tendencia es a resolverse de forma natural en torno a los 12-18 meses conforme avanza la maduración del esfínter, se empiezan a ingerir alimentos más sólidos y el niño pasa en una posición erguida la mayor parte del día.
Para que esta circunstancia podamos considerarla natural y benigna, ha de aparecer en ausencia de otros síntomas, y cuando el niño regurgite, no causarle irritabilidad ni molestia alguna. Esta es la razón por la que este fenómeno es conocido comúnmente en los bebés con el término de Regurgitador Feliz.
¿PUEDO HACER ALGO PARA EVITARLO?
Como hemos explicado, se trata de un proceso benigno y natural y, por lo tanto, no es necesario llevar a cabo acciones específicas, realizar pruebas diagnósticas o iniciar tratamientos farmacológicos. No se han observado diferencias en el número de reflujos entre los bebés alimentados con leche materna o con fórmulas artificiales, por lo que en ningún caso estaría indicado suspender la lactancia materna. En algunos niños se ha observado una disminución en el número de regurgitaciones si permanecen en posición erguida durante los primeros 10-15 minutos tras una toma, en lugar de pasar directamente a una posición horizontal. Es muy importante recalcar que todos los bebés deben dormir en domicilio en posición “boca arriba” independientemente de la presencia de reflujo, ya que otras posiciones para dormir se asocian a un aumento de muerte súbita.
Otro mecanismo favorecedor del reflujo aparece cuando el estómago se “llena demasiado”, esto puede ocurrir en algunos lactantes alimentados con fórmula artificial en los que el volumen de las tomas es demasiado elevado. Una posible solución en estos casos es realizar un mayor número de tomas al día, pero siendo estas de un volumen menor.
¿DEBO PREOCUPARME EN ALGÚN MOMENTO?
Cuando el número de veces que se produce reflujo o la cantidad del material refluido es demasiado elevada, se puede romper el equilibrio entre los factores protectores y agresivos de la mucosa del esófago, apareciendo síntomas y estancamiento en la ganancia de peso. En ese caso el reflujo pasa a considerarse Enfermedad por Reflujo GastroEsofágico (ERGE) y sí puede requerir realizar más estudios o iniciar tratamientos específicos.
Es aconsejable acudir al Pediatra de Atención Primaria si el reflujo se acompaña de irritabilidad o llanto constante, rechazo del alimento, vómitos con sangre o contenido bilioso y/o diarrea con sangre. Ya que, en estos casos, podría tratarse de ERGE u otra enfermedad.
Ahora ya lo sabes, la próxima vez que veas un bebé que regurgita una pequeña cantidad de leche mientras juega o se ríe, probablemente estarás observando tu primer regurgitador feliz.
