Director Centro Residencial
Jardín-Tardajos
El día 15 de junio se conmemoró en todo el mundo el Día del Buen Trato a las Personas Mayores, fecha elegida por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la “toma de conciencia contra el abuso y el maltrato en la vejez”, poniendo el foco en un problema social global de salud pública y de vulneración de derechos que afecta a millones de personas en el mundo.
Para hablar de Buen Trato a las Personas Mayores, el punto de partida es plantearnos cómo queremos ser tratadas las personas, ¿cómo nos gustaría ser tratados en la vejez?, ¿dónde nos gustaría vivir y cómo? y muy importante... ¿cómo nos gustaría que nos cuidasen si algún día nos encontramos en una situación de dependencia?
Si hiciéramos estas preguntas a las personas mayores, todas ellas coincidirían en que quieren ser tratadas con respeto, equidad, afecto y comprensión, como una parte activa de la ciudadanía y pudiendo tomar sus propias decisiones.
El buen trato es el resultado de respetar la dignidad y los derechos de las personas, y consiste en establecer relaciones basadas en la consideración, la empatía, el reconocimiento mutuo y la igualdad, sin vulnerar derechos, maltratar, excluir, estigmatizar o discriminar.
Comenzar a sensibilizar y educar a la sociedad sobre la cultura del buen trato a las personas mayores, desde una perspectiva positiva, es probablemente la estrategia preventiva más eficaz para combatir las situaciones, a veces invisibles, otras veces muy evidentes, de maltrato, discriminación, o trato inadecuado, a través de la sensibilización y el diseño de estrategias transversales que lleguen a todos los ámbitos de la sociedad desde los que las personas mayores pudieran recibir un trato discriminatorio: administrativo, político-institucionales, profesionales, familias, medios de comunicación, etc.
Es cierto que en muchas ocasiones la línea divisoria entre una trato adecuado o no es muy sutil y, a menudo, no se tiene conciencia de estar dando un trato inadecuado a la persona mayor. Por ejemplo, cuando los familiares deciden por ellos, cuando no se tienen en cuenta sus valores y preferencias sobre cómo quieren vivir y morir, anulando su rol en la familia o su autoridad... En todos estos casos, con la convicción o el afán de proteger y cuidar, se está vulnerando su derecho a un trato digno. Todavía es más peligroso cuando la persona no es capaz de percibir la situación de maltrato y no la puede expresar o manifestar.
Por tanto, además de concienciar a la sociedad en general, también se deben implicar las personas mayores con la cultura del buen trato como protagonistas, como sujetos activos capaces de identificar, y expresar el desacuerdo con aquellas situaciones que suponen una vulneración de sus derechos, de su identidad, reforzando su capacidad para gestionar estas situaciones para crear y favorecer relaciones positivas de consideración y respeto.
Tratar a la persona mayor con consideración, llamar a la persona por su nombre, evitar llamarle “abuelito” o “abuelita”, hablarle sin gritar, escuchar atenta y empáticamente, dejar que la persona mayor se exprese, respetando sus tiempos y limitaciones.
Respetar su derecho a tomar sus propias decisiones y a vivir de acuerdo con sus propios valores y preferencias, reconocer su experiencia y conocimientos, respetar su privacidad y libertad individual, y asegurarse de que tenga acceso a los recursos y apoyos necesarios para mantener su bienestar y calidad de vida.
Sin duda, una buena parte de las personas mayores tienen una experiencia positiva con el trato que reciben y de la relación con su entorno, pero aun así, no es infrecuente que con la pérdida de autonomía y consiguiente dependencia de los demás o por padecer cualquier problema de salud física, mental, sensorial…surjan situaciones que en su conjunto se engloban en el abuso, tanto por acción como por omisión, causando un daño o sufrimiento que puede tener graves consecuencias físicas, mentales, económicas y sociales para la persona mayor.
Es muy importante la prevención para evitar el maltrato a personas mayores, tratando de identificar los factores de riesgo, tanto individuales, como comunitarios tales como la dependencia funcional o la discapacidad, la mala salud física o mental, el deterioro cognitivo y la escasez de ingresos, las enfermedades mentales y la dependencia, a menudo económica, que puede tenerse con la víctima. Así mismo, algunas relaciones familiares, de pareja, o entre padres e hijos o el edadismo contra las personas mayores, pueden ser factores de riesgo.
En resumen, cualquier tipo de violencia constituye una violación de los derechos humanos y puede manifestarse en forma de maltrato físico, sexual, psicológico o emocional; maltrato por razones económicas o materiales; abandono; desatención; y menoscabo grave de la dignidad y el respeto.
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, (SEGG), tiene en marcha programas dirigidos a los cuidadores profesionales y familiares, así como guías y manuales didácticos para promover el diseño de estrategias de sensibilización, sostenibilidad y adaptación de modelos de atención y de cuidados dirigidos a favorecer la autonomía, evitar situaciones de dependencia y hacia la atención individualizada, centrada en la persona, garantizando la dignidad, dotando a los servicios sociales y sanitarios de especialistas en Geriatría y Gerontología, además de formar a los cuidadores que es también una forma de facilitar el buen trato, ya que previene el trato inadecuado y evita situaciones de sobrecarga familiar..
Un trato adecuado y respetuoso con las personas mayores nos hace mejores como sociedad, una sociedad que reconozca los cuidados, más justa, más responsable y solidaria y a través de esta perspectiva pueda responder a las preguntas con las que iniciábamos este artículo y poder hacer realidad lo que a todos nos gustaría: envejecer con buena salud y ser comprendidos, queridos y respetados.