QUÉ ES EL HÍGADO Y CÓMO ENFERMA
El hígado es un órgano con múltiples funciones como metabolizar fármacos y tóxicos, producir proteínas y regular los niveles de glucosa en la sangre.
La enfermedad hepática tiene varios estadios que van desde la esteatosis hepática (acumulación patológica de grasa en el hígado), generalmente reversible; pasando por la inflamación y el acúmulo de fibrosis hepática (tejido cicatricial secundario a un daño más o menos continuado), reversible en estadios iniciales hasta la cirrosis o la aparición de un cáncer de hígado.
La progresión desde un hígado sano a un hígado enfermo, es el resultado de múltiples factores de riesgo y mecanismos patológicos que además suelen interactuar entre ellos. Las principales causas por las que un hígado puede enfermar son: el consumo de alcohol, la esteatosis hepática metabólica (EHmet), las hepatitis virales, las enfermedades autoinmunes, algunas enfermedades genéticas y la toxicidad por fármacos.
La interacción entre todas estas causas es sinérgica, así pues, por ejemplo, si un paciente obeso (EHmet) consume alcohol de forma habitual, el riesgo de enfermedad hepática es aún mayor que si solo existe una de las dos causas por separado, pudiendo considerarse la toxicidad por alcohol en un paciente con obesidad el doble que en un paciente con normopeso.
LA GRAVEDAD DE LA ENFERMEDAD HEPÁTICA
Datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) refieren que en la actualidad, la enfermedad hepática es la segunda causa de pérdida de años de vida laborables en Europa, por detrás únicamente de la enfermedad cardíaca isquémica. Esto es debido a que la enfermedad hepática crónica tiene un impacto importante en personas jóvenes o de mediana edad, con un pico de mortalidad que aparece entre los 40-50 años.
La enfermedad hepática suele ser asintomática hasta que progresa a estadios finales como es la aparición de la cirrosis y sus complicaciones, en forma de hemorragia, ascitis (acúmulo de líquido abdominal) o cáncer hepático, por lo que a veces es complicado el diagnóstico en estadios iniciales. Existen datos publicados que refieren que más de dos terceras partes de los pacientes hospitalizados por una enfermedad hepática avanzada, no conocían que tenían esta enfermedad.
Es fundamental el diagnóstico de las enfermedades hepáticas en fases iniciales, ya que si controlamos o evitamos la enfermedad o el agente nocivo que está causando la patología hepática, podremos evitar la progresión de la misma y sus complicaciones e incluso, en algunos estadios de la enfermedad hepática, producir una regresión de la misma. Un análisis de sangre que incluya transaminasas puede ayudarnos a detectar precozmente la enfermedad. En la actualidad disponemos de herramientas para valorar el estadio de fibrosis que es el principal factor predictor de avance de las enfermedades hepáticas.
El consumo de alcohol y la EHmet son las principales causas de enfermedad hepática avanzada y de trasplante hepático en la actualidad. Estos dos factores predisponentes son en gran parte, modificables, por lo que es importante conocerlos y poner medidas para intentar reducir estos riesgos, como veremos a continuación.
CONSUMO DE ALCOHOL
En Europa, el consumo de alcohol es la principal causa de mortalidad hepática, siendo responsable de al menos el 50% de los casos de cirrosis y la causa más común de indicación de trasplante hepático en la actualidad.
El daño hepático secundario al alcohol se correlaciona con la cantidad de alcohol ingerida, que se mide en unidades de bebida estándar (UBE),
(ver figura).
Aunque no se puede hablar de una cantidad de alcohol segura, ya que cualquier cantidad de alcohol consumida puede ser perjudicial, la OMS considera un “consumo de bajo riesgo” no beber más de 2 UBE al día (hombres) y 1 UBE al día (mujeres) y no beber al menos 2 días a la semana.
Además, estudios recientes han demostrado que no solo el consumo diario de alcohol es perjudicial, sino que el hecho de beber “en atracones”, por ejemplo el fin de semana pero ingiriendo grandes cantidades de alcohol (5 o más UBE en un intervalo de 2 horas), es también dañino para nuestro hígado.
ESTEATOSIS HEPÁTICA METABÓLICA
La EHmet está íntimamente relacionada con el síndrome metabólico, una enfermedad sistémica en la que se incluyen la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial o el aumento de colesterol y/o triglicéridos y que hace aumentar de forma considerable la morbilidad y la mortalidad de los pacientes que la presentan. Estos pacientes suelen fallecer principalmente por problemas cardiovasculares (aproximadamente el 40% de los fallecimientos), seguido de tumores extrahepáticos (aprox. 20%) y por último complicaciones relacionadas con el hígado (aprox. 10%). Además, debemos saber que generalmente, el cáncer de hígado asienta sobre un hígado con cirrosis, es decir, un hígado “enfermo”. Pero se ha descrito la aparición de cáncer de hígado en pacientes con EHmet sin necesidad de tener una cirrosis previa, lo que demuestra la gravedad de esta condición que presenta unos matices distintos a otros factores de riesgo de enfermedad hepática.
La frecuencia de la EHmet está aumentando en los últimos años y se convertirá predeciblemente en la causa más frecuente de enfermedad hepática avanzada en los próximos años si no se toman medidas drásticas, asumiéndose que se doblarán los casos de EHmet en los próximos 5-10 años. De hecho, EHmet es ya la causa más importante de enfermedad hepática a nivel mundial, afectando casi al 25% de la población adulta.
Pero no solo existe EHmet en adultos, de hecho, cada vez hay más datos de EHmet en edad pediátrica, siendo en la actualidad una de las causas más frecuentes por las que se deriva a un niño a la consulta de hepatología, debido sobre todo al aumento de la prevalencia de obesidad en niños y jóvenes. De ahí el interés de incidir desde edades tempranas en la importancia de la dieta mediterránea, con un alto contenido en fruta y verdura, evitando los azúcares añadidos, las bebidas azucaradas y las grasas saturadas, así como en el beneficio de realizar actividad física regular evitando el sedentarismo.
QUÉ PASA CON EL TABACO
El tabaco puede acelerar la progresión de la enfermedad hepática en combinación con otros factores de riesgo. Así pues, está descrito que un paciente que bebe alcohol de forma regular y además fuma, tiene un riesgo mayor de presentar hepatopatía que si no tuviera estos factores de riesgo. Además, el tabaco es un factor de riesgo importante para la aparición de cáncer de hígado.
OTRAS CAUSAS MENOS FRECUENTES DE ENFERMEDAD HEPÁTICA
Las hepatitis virales: los virus que más frecuentemente causan hepatopatía crónica son los de la hepatitis B y la C.
En España, en la actualidad, se vacuna de hepatitis B de forma universal a todos los recién nacidos, por lo que esta hepatitis en población española menor de 40 años, a día de hoy, es prácticamente residual. Sin embargo, es más común en personas mayores de esta edad y en inmigrantes de países de alta prevalencia donde no existe vacunación universal. No existe un tratamiento curativo para la hepatitis B, pero sí algunos antivirales que consiguen disminuir la replicación del virus y sus efectos perjudiciales sobre el hígado.
En cuanto a la hepatitis C, la aparición en 2014 de los antivirales de acción directa, unos tratamientos muy eficaces, junto con el cribado y la búsqueda activa de esta infección, está haciendo reducir drásticamente las complicaciones hepáticas crónicas secundarias a esta hepatitis. Tanto es así que en los últimos años ha pasado de ser la principal causa de trasplante hepático a ser una causa secundaria.
En cuanto a las enfermedades autoinmunes, también existen tratamientos que controlan la enfermedad y evitan que exista una progresión hepática, o al menos consiguen que esta progresión sea más lenta.