Coach, experta en Coaching Cuántico y en Inteligencia Emocional. Directora de la Escuela de Liderazgo y Bienestar Emocional.
juliademiguel.com
«Conócete a ti mismo». Estas eran las palabras que aparecían inscritas casi a modo de advertencia en el pronaos del templo de Apolo en Delfos. Se cuenta, por ejemplo, que allí había fuentes, bosques de laureles y que las pitonisas o sacerdotisas del templo interpretaban los mensajes ofrecidos por los dioses.
Conocernos a nosotros mismos… ¿para qué? Para comprendernos, para evolucionar. Para ser cada día una mejor versión, más coherente, funcional, evolucionada de nosotros mismos.
¿Y acaso no es ese nuestro mayor propósito?
Esta frase, es mucho más profunda de lo que parece. Porque conocernos implica no sólo conocer una parte de nosotros, nuestra parte partícula, sino también de nuestra parte onda, esa que no se ve, pero que sí sentimos.
¿Y cómo podemos comenzar a conocernos realmente? Pues del mismo modo que un científico conoce el funcionamiento de una célula, por ejemplo: a través de la observación. Cuando observamos algo o a alguien, comenzamos a conocerlo.
La observación implica parada, silencio, neutralidad. Y esta observación sólo puede hacerse si activamos nuestra consciencia. La consciencia es observación sin juicio. Es observar con curiosidad con la única intención con conocer, de comprender. Cuando observamos, nos observamos, no hay análisis, ni juicio, sólo hay observación, curiosidad.
Y observar… ¿el qué? Nuestro modo partícula, nuestras actitudes. Nosotros, al igual que un ordenador, tenemos un sistema operativo, a través del cual, actuamos. Nuestro sistema operativo “nativo” es un sistema operativo asociativo. ¿Qué significa esto? Que nos movemos y actuamos a través de información que tenemos acumulada en “archivos” mentales y que se han ido almacenando a través de nuestras experiencias pasadas. Toda esta información se va almacenando en nuestra gran biblioteca interior. Y es una información rica, pero que no está actualizada, es antigua. Y el problema es que la realidad que vivimos está constantemente actualizándose, es nueva a cada instante. Con lo cual, no podemos actuar en la realidad con datos antiguos, porque la realidad nos está pidiendo soluciones, actitudes nuevas, coherentes y acordes con la realidad de este momento, no de ayer, ni antes de ayer. No del pasado.
De ahí la importancia de vivir conscientes. ¿Conscientes de qué? De aquellas actitudes desactualizadas, que nos hacen seres disfuncionales, violentos. Cuando no somos conscientes de esas actitudes basadas en un sistema operativo asociativo, con información desactualizada, nuestras acciones también son incoherentes y muy poco funcionales.
Vivir a través de un sistema operativo asociativo, a través de datos pasados, no nos permite ver la realidad tal cual es, sino que la distorsionamos, porque la analizamos, la juzgamos. Cuando vivimos una experiencia en nuestra realidad, nos ocurre algo con otra persona, en el trabajo, con nuestra pareja o nuestro hijo o hija o con un amigo o compañera de trabajo y sentimos carga al interactuar con él o ella, inmediatamente aparece el sistema operativo asociativo o de necesidad y analiza la situación con datos viejos. Creemos que esa carga que sentimos es por “culpa” de esa persona que está haciendo algo que no me gusta, que no “debería de hacer o decir” porque eso me está cargando y está haciendo que no me encuentre bien. Mi bienestar depende de la actitud de la otra persona, de cómo se comporta, de que cambie su comportamiento para así yo sentirme bien, tranquila, en armonía y paz.
O a veces, no juzgamos y tratamos de cambiar al otro, sino que nos juzgamos y culpamos a nosotras/os mismo. “Esto que siento no debería sentirlo, no debería haber hablado así, no debería haber hecho lo que sentía, debería de haberle llamado, aunque no lo sentía, eso es lo que hace un buen hijo/a, una buena amiga/o...”. Y es que este sistema operativo asociativo o de necesidad siempre actúa para conseguir sentirse bien, en paz, tratando de cambiar a los demás o con el objetivo de conseguir cosas externas, que le aportarán ese bienestar y armonía que anhela.
Pero cuando tenemos estas actitudes, vivimos desde la necesidad, el interés, el conflicto. Somos seres con actitudes reactivas. Y la reactividad nos va a llevar a ser impulsivos y violentos. No nos importa darnos espacio para conocernos, para comprender qué nos lleva a actuar como lo estamos haciendo y una vez que lo vemos, dejar de tener esas actitudes inmaduras, distorsionadas y muy poco coherentes y funcionales para la realidad que estamos viviendo en este instante, lo que realmente nos importa es conseguir aquello que creemos que nos dará paz, armonía, éxito en la vida. Y lo haremos pasando por encima de los demás y de nosotros/as mismas, manipulando y manipulándonos.
De ahí que nada en esta vida sea tan importante como conocernos a nosotros mismos. Y solo a través de nuestra consciencia (de nuestro modo onda) podremos hacerlo. Conocernos para evolucionar nuestras actitudes inmaduras e incoherentes, para ser cada día una versión más evolucionada de nosotros mismo. Y te aseguro que tenemos infinitas versiones.
Con esta nueva información, qué tal si este 2024 ponemos en ON nuestra Consciencia para poder conocernos y comprendernos. Vivir despacio, dándonos ese espacio para la observación sin juicio, desde la curiosidad.
Parar nuestra reactividad comprendiendo que esa carga que siento no es para tirarla hacia fuera, sino que es energía con información nueva, actualizada, de esta realidad que estoy viviendo. Una energía que si no la invierto en actitudes desactualizadas, incoherentes y muy poco funcionales (de ahí que vivamos tan cansados, porque tiramos nuestra energía), sino que la doy espacio y la acojo desde la parada, sintiéndola sin juicio, me va a dar una visión profunda y mucho más realista de lo que está sucediendo. Para desde ahí, con esa nueva y auténtica visión de lo que está sucediendo, actuar en coherencia, desarrollar una nueva actitud mucho más auténtica, coherente y funcional para mí y para todos los demás. Así una nueva versión de ti nacerá, más expansiva y evolucionada. Y te sentirás cada día más vital, renovado. Este es el auténtico secreto de la eterna juventud.
Ojalá este sea tu propósito de este 2024. Para mí es el mayor regalo que puedes hacerte y hacer a este mundo:
“CONÓCETE A TI MISMO”