Director Centro Residencial
Jardín-Tardajos
Cuidar en casa a una persona mayor y especialmente si se encuentra en situación de dependencia, no es fácil. En algunos casos esta circunstancia es breve y temporal y en otros, la necesidad de cuidado se prolonga durante meses e incluso años. También si nuestros familiares continúan viviendo en su casa de forma independiente, llega un momento en el que hay que hacerse algunas preguntas importantes sobre su situación, sobre si se encuentran seguros viviendo solos en su casa, si necesitan ayuda o si tienen dificultades para llevar a cabo las actividades cotidianas
Llegados a este punto, hay que valorar muy bien los pros y los contras, antes de tomar una decisión de este tipo. Ya sea por elección propia, cuando la persona es consciente de sus limitaciones para vivir sola, o a instancias de la familia que decide el ingreso del mayor por su estado de salud, grado de dependencia, o por la incapacidad de los familiares para cuidar de ella. Finalmente, la decisión de vivir en una residencia se toma después de considerar cuidadosamente las necesidades y circunstancias individuales de la persona y de la familia.
Vivir en una residencia de mayores puede ser una opción beneficiosa para muchas personas de edad avanzada, pero también supone un cambio radical que puede generar sentimientos encontrados para la persona mayor o para los familiares y será una de las decisiones más complicadas en la vida, pues la idea del cambio y el miedo a la pérdida de independencia pueden generar un gran estrés.
El proceso de adaptación es más llevadero si la persona es consciente de su situación y comprende la decisión de vivir en una residencia pues los cambios en la rutina diaria (horarios, comidas, actividades) se aceptan mejor cuando no se perciben como una imposición, sino como algo que la persona conoce y puede elegir. Sin embargo, no siempre es posible que la persona sea consciente del ingreso, especialmente en casos de demencia, donde la capacidad de decisión está comprometida. En este punto, hay que confiar en los profesionales del centro y abordar cualquier duda o discrepancia de forma razonable, ya que el objetivo común es siempre el bienestar del anciano.
Si bien la idea de dejar su hogar y mudarse a una residencia compartiendo el espacio con otros residentes o los cambios en la rutina diaria en un principio puede hacer sentirnos incómodos, también hay diferentes razones que hacen que valga la pena considerar esta decisión.
Algunos argumentos a favor de las residencias de ancianos
Una de las principales ventajas de vivir en una residencia de mayores es la atención médica constante y de alta calidad que los residentes reciben. Las residencias cuentan con personal médico y de enfermería capacitado para atender las necesidades de los residentes en cualquier momento del día. Además de proporcionar cuidados a personas con enfermedades como Alzheimer, demencia, Parkinson, cáncer y diabetes, suelen contar con servicios especializados de fisioterapia, terapia ocupacional y servicios de rehabilitación o logopedia, lo que puede ser especialmente beneficioso para promover una alta calidad de vida y el bienestar general.
Las personas mayores con problemas de salud graves encontrarán en las residencias un nivel de cuidados muy superior al que tendrían si vivieran solas o con su familia; pueden proporcionar un ambiente seguro y controlado para los residentes y los familiares pueden estar tranquilos de que sus seres queridos están recibiendo la atención adecuada y constante.
Los centros garantizan que reciben una nutrición suficiente y proporcionan asistencia para realizar tareas básicas como bañarse, vestirse, administrar medicamentos o hacer recados, cuando la persona lo necesita, aliviando a los mayores de una carga que les causa un estrés innecesario, además de tener aseguradas todas las tareas de limpieza y de los servicios de lavandería.
Las residencias de ancianos ofrecen un entorno totalmente seguro, con barras de apoyo, teléfonos de emergencia, detectores de humo que funcionan correctamente y otros equipos de seguridad. La supervisión las 24 horas del día también ayuda a prevenir lesiones, abusos financieros y otros tipos de fraude, a los que las personas mayores son especialmente vulnerables cuando viven de forma independiente.
Y no menos importante es la posibilidad de socializar con otros residentes. Muchas personas mayores pueden sentirse solas o aisladas en sus hogares, pero en una residencia hay muchas oportunidades para socializar y hacer amigos. Los residentes pueden participar en actividades sociales, eventos y excursiones organizadas por el personal de la residencia. Esto puede mejorar su bienestar emocional y mental, lo que puede ser beneficioso para su salud general.
En resumen, las residencias son espacios donde se puede vivir con dignidad, atención y acompañamiento. No todas son iguales, por supuesto, y por eso es clave informarse, comparar y preguntar sin miedo. La clave para contestar a la pregunta inicial, no está en si el mayor vive en casa o en una residencia, sino en que reciba el cuidado que necesita, con humanidad y calidad.