Pediatra - Neonatólogo, Complejo Asistencial Universitario de Burgos. Neurología Neonatal, Fundación NeNe.
Recientemente la Asociación Española de Pediatría ha alertado sobre el desafío de salud pública que supone el continuo aumento de las infecciones de transmisión sexual (ITS) entre la población adolescente a partir de un artículo publicado por las Dra. Maria Luisa Navarro Gómez e Inés Ojeda Velázquez.
Si bien existe una estrategia global para eliminar las ITS en 2030, el informe de la OMS 2024 indica que las cifras, lejos de cumplir estos objetivos, siguen en aumento. En España se ha puesto en marcha el Plan de Prevención y Control de la infección por el VIH y las ITS 2021-2030 con iniciativas como la campaña titulada «Yo soy del sexo seguro», teniendo como objetivo visibilizar las ITS entre la población joven, fomentar la prevención, el autocuidado y la responsabilidad individual en su propia salud sexual y la de las personas con las que se relacionan.
En Europa, los datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) indican que las cifras de ITS también van en aumento. En España, estas infecciones se han incrementado y el último boletín epidemiológico de vigilancia de ITS de 2023 describe que las mayores cifras tanto de infección gonocócica como por Chlamydia se presentan en el grupo de edad de 20 a 24 años. Además, estudios sobre otras ITS, como el VIH, muestran que esta infección se está adquiriendo en la población joven y se encuentra infradiagnosticada en comparación con la población adulta. A nivel global, en 2021 se produjeron 410.000 nuevas infecciones por VIH en jóvenes de entre 10 y 24 años, de los cuales 160.000 eran adolescentes de 10 a 19 años.
¿Qué factores intervienen en este aumento?
La sociedad actual ha cambiado, y los adolescentes inician la actividad sexual cada vez más temprano, con una media actualmente en 16,2 años. Además, hay una tendencia hacia el aumento del número de parejas sexuales, una disminución en el uso de métodos de barrera y un consumo de sustancias durante las relaciones sexuales.
Un factor fundamental es que los adolescentes a menudo inician relaciones sin suficiente información ni educación sexual integral, lo cual es esencial para la prevención. Carecen de los conocimientos necesarios sobre prevención, lo que dificulta frenar las ITS. La sexualidad es un tabú en la sociedad, lo que complica que los adolescentes adquieran una educación integral sobre salud sexual. El acceso a redes sociales a edades tempranas facilita el consumo de pornografía, distorsionando su visión de la sexualidad.
Según el Informe Juventud en España 2020, solo el 67% de los jóvenes de entre 15 y 24 años usan el preservativo. Este uso disminuye a medida que incrementa la edad.
Consecuencias de las ITS
Las consecuencias de las ITS en la población adolescente presentan particularidades. Las ITS asintomáticas son más frecuentes en adolescentes que en adultos, lo que dificulta su control por parte de Salud Pública y su diagnóstico. La inmadurez del tracto genital en adolescentes aumenta la morbilidad. Además, se ha incrementado en este grupo la enfermedad inflamatoria pélvica, que a menudo presenta síntomas inespecíficos, retrasando el diagnóstico y afectando la fertilidad futura de las personas afectadas.
La atención a las ITS en adolescentes enfrenta dos problemas clave: la falta de circuitos asistenciales específicos y la confidencialidad. Esto dificulta su atención y contribuye al infradiagnóstico. Organismos como la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomiendan el cribado en adolescentes sexualmente activos, pero en España no existen protocolos uniformes sobre su frecuencia o modo de atención. La atención se ofrece en diversos dispositivos, como centros hospitalarios, centros especializados en ITS (que pueden tener o no consultas específicas para adolescentes) y centros de atención especializada para adolescentes que priorizan la atención directa y confidencial, sin requerir acompañamiento de un adulto responsable.
Qué medidas pueden ayudar a mejorar los datos
Diversas medidas y estrategias han demostrado ser útiles en la prevención de las ITS. La abstinencia es una opción, aunque poco factible para la mayoría de los adolescentes. Los métodos de barrera, como el uso de preservativos, son quizás los más recomendables. Sin embargo, no hay un uso universal en esta población, principalmente por la falta de información y formación, pero también por la espontaneidad de muchas relaciones sin acceso a estos métodos.
La profilaxis preexposición (PrEP), aprobada en mayores de 16 años, previene la adquisición del VIH, aunque está reservada para poblaciones de riesgo identificadas. La profilaxis farmacológica con doxiciclina (DoxiPEP) para prevenir la sífilis y el gonococo está destinada a poblaciones consideradas de riesgo.
Las vacunas son otra medida de prevención importante. Aunque algunas están en investigación para VIH o gonococo, existen vacunas disponibles y recomendadas. La vacuna del virus del papiloma humano (VPH) está incluida en los calendarios de vacunación sistemáticos para preadolescentes de 10-12 años, tanto chicos como chicas. Esta es una medida altamente eficaz para prevenir cánceres, condilomas y verrugas genitales. La vacuna de meningococo (4 MenB), incorporada en los calendarios del adolescente para prevenir la infección meningocócica, ha demostrado protección cruzada para la prevención de la infección gonocócica.
Se están planteando estrategias innovadoras que incluyen el uso de nuevas tecnologías para abordar esta problemática. Por ejemplo, se están implantando pruebas rápidas en el punto de atención (POC). Sin embargo, estas estrategias por sí solas no están adaptadas a la población adolescente, que necesita información complementaria en materia de prevención. Las intervenciones dirigidas a los adolescentes deben diseñarse para proporcionarles conocimientos sobre las ITS y dónde realizarse las pruebas. El uso de herramientas digitales puede ser una vía útil, desde las redes sociales frecuentadas por adolescentes hasta innovaciones como el uso de mHealth (por ejemplo, SMS).
Una sexualidad integrada
Más allá de las estrategias tradicionales (preservativo, vacunación, educación técnica), la educación sexual integral debe incorporar componentes psicológicos y emocionales que ayuden a los adolescentes a desarrollar una visión más madura, crítica y consciente de su sexualidad.
1. Autoestima y valoración personal.
Una buena autoestima ayuda al adolescente a establecer límites, decir "no" cuando lo desea y evitar relaciones sexuales impulsadas por presión social o necesidad de aprobación. Integrar la idea de que el cuerpo es valioso y merece cuidado refuerza la toma de decisiones saludables.
2. Educación sobre el consentimiento.
Comprender qué significa dar y recibir consentimiento —de forma libre, informada, entusiasta y reversible— es clave para vivir la sexualidad de manera respetuosa. Esto va más allá de lo legal: se trata de enseñar a identificar el deseo propio y el del otro, y a actuar con empatía.
3. Gestión emocional y afectividad.
La adolescencia está marcada por una intensa carga emocional. Enseñar a reconocer y manejar emociones como deseo, frustración, miedo, amor o rechazo permite tomar decisiones más reflexivas y seguras en el plano sexual. También se deben abordar los vínculos afectivos, para distinguir entre deseo sexual y dependencia emocional.
4. Presión social y habilidades para resistirla.
Muchos adolescentes mantienen relaciones sexuales por presión del grupo o pareja. Trabajar habilidades de asertividad, toma de decisiones y pensamiento crítico frente a normas sociales es fundamental para que actúen desde su autonomía, no desde la imitación o el miedo a no encajar.
5. Sexualidad como parte del desarrollo personal.
En lugar de enfocarse solo en riesgos, la educación sexual debe presentar la sexualidad como una dimensión más del desarrollo humano. Esto incluye hablar de placer, comunicación, intimidad y ética en las relaciones. Entender que la sexualidad no se reduce al acto sexual ayuda a vivirla con mayor responsabilidad y satisfacción.
6. Modelos y discursos positivos.
Evitar los mensajes centrados exclusivamente en el miedo o la culpabilización. Es más eficaz promover una visión positiva de la sexualidad, que integre el autocuidado, el respeto, la igualdad y la responsabilidad mutua como valores deseables.
7. Crítica a los mensajes de los medios.
Analizar de forma crítica el papel de los medios, la pornografía y las redes sociales en la construcción de la identidad sexual y de género permite desmitificar expectativas poco realistas y prevenir comportamientos impulsivos o violentos.
En resumen, el aumento de las ITS en la población adolescente es un problema actual que requiere acción. Es necesario poner en marcha intervenciones de educación sexual integral. Esta educación debería provenir de las familias, el ámbito educativo, la sociedad en general y el ámbito sanitario. También son necesarios circuitos asistenciales y protocolos adaptados para la atención de las ITS en adolescentes.